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Illustration by Daniel Hertzberg

Resiliencia empresarial: Cómo anticiparse a las manifestaciones y a los conflictos

"Estamos viviendo una era de manifestaciones", dijo el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en un informe de marzo que analiza el año 2019.

Con al menos 37 países que experimentaron manifestaciones, estos movimientos a nivel mundial aumentaron en el 25% de los países durante 2019, intensificándose hacia el final del año en Hong Kong, Chile, Nigeria, Sudán, Haití y Líbano. Los alzamientos virtuales se unieron a los disturbios físicos, y los cierres de Internet fueron cada vez más comunes, con India, Pakistán, Siria y Turquía liderando el mundo en este sentido.

Antes de los cierres iniciados en respuesta a la pandemia de COVID-19, los niveles históricamente sin precedentes de disturbios siguieron aumentando a principios de 2020 y se mantuvieron a fuego lento durante los cierres. Las protestas masivas en Estados Unidos aumentaron un 186% de abril a mayo, catalizadas en gran medida por el asesinato de George Floyd en Minneapolis, Minnesota. En junio, el país entró en la categoría de alto riesgo del Índice de Disturbios Civiles de Verisk Maplecroft, una evaluación del riesgo de interrupción de las empresas debido a la movilización.

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Los niveles de malestar en la sociedad sin precedentes, continuaron aumentando a principios de 2020, y luego se mantuvieron a fuego lento durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19 a consecuencia de los confinamientos. Las protestas masivas en Estados Unidos aumentaron un 186% de abril a mayo, catalizadas en gran medida por el asesinato de George Floyd en Minneapolis, Minnesota. En junio, el país entró en la categoría de alto riesgo del Índice de Disturbios Civiles de Verisk Maplecroft, que evalúa el riesgo de perturbación de las empresas debido a manifestaciones sociales originadas como reacción a cuestiones económicas, sociales o políticas. Se produjeron picos similares en el Reino Unido, Alemania, España, Suecia y Francia, mientras que las protestas masivas continuaron en Hong Kong y Líbano.

Las consecuencias económicas de estas manifestaciones y su potencial impacto en las operaciones de las empresas no pueden ser subestimadas ya que los disturbios civiles provocaron pérdidas de miles de millones de dólares para las empresas, las economías nacionales y las inversiones en todo el mundo. Aunque las recientes protestas masivas parecieron comenzar rápidamente, los múltiples problemas no resueltos desde hace tiempo proporcionaron a los manifestantes una reserva de combustible para la frustración.

El telón de fondo

"Protesta masiva" es un término complejo, que adquiere diferentes significados según el entorno. No equivale a una protesta violenta; sin embargo, el potencial que tiene de transformarse rápidamente en violencia es real. Entender cómo puede manifestarse una protesta masiva en un determinado entorno mejorará en gran medida la planificación de la resiliencia.

La atención que los medios de comunicación prestan a las manifestaciones en todo el mundo da a entender que se producen de forma repentina, sin previo aviso. Sin embargo, como se ilustra en el libro del CSIS The Age of Mass Protests: Understanding an Escalating Global Trend, los disturbios civiles y las protestas masivas son el resultado de años de problemas que afectan a grandes centros de población en cada región del mundo. El aumento de las protestas en 2020 no es sorprendente si se tiene en cuenta que, durante la década anterior, las protestas contra el gobierno aumentaron en casi un tercio en 114 países. Desde al menos la Primavera Árabe, las cuestiones que sustentan muchos de los levantamientos recientes -incluyendo el movimiento Black Lives Matter (BLM), los movimientos antigubernamentales y la indignación económica- siguen sin ser abordadas y se ven agravadas por las frustraciones actuales, incluyendo las teorías conspirativas de COVID-19 y los sentimientos antibloqueo.

Tanto las economías en desarrollo como las avanzadas han tenido su cuota de razones que avivaron el malestar. Las protestas civiles contra el gobierno crecieron a un ritmo más rápido en Europa y América del Norte que la media mundial. Entre el 20 de enero de 2017 y el 1 de enero de 2020, casi 11,5 millones de estadounidenses participaron en 16.000 protestas en todo el país, incluidas las cinco mayores manifestaciones de la historia de Estados Unidos, según el CSIS. Miles de personas protestaron en toda Francia como parte del movimiento de los Chalecos Amarillos. Durante uno de los periodos vacacionales más importantes de Francia, más de 800.000 personas participaron en semanas de manifestaciones masivas en París.

De 2019 a 2020, el número de países calificados como de riesgo extremo -que son algunos de los lugares más arriesgados del mundo- en el Índice de Disturbios Civiles aumentó un 66,7%. Estas últimas incorporaciones incluyen a Etiopía, India, Líbano, Nigeria, Pakistán y Zimbabue. Mientras tanto, Sudán ha superado a Yemen como el país con mayor riesgo a nivel mundial.

Aunque las manifestaciones masivas en 2020 se vieron amortiguadas inicialmente por la pandemia de COVID-19, es poco probable que esto cambie la tendencia general. La violencia colectiva ha aumentado desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el nuevo coronavirus como pandemia en marzo de 2020, según el Proyecto de Datos de Localización y Eventos de Conflictos Armados (ACLED). Se registraron aproximadamente 1.100 eventos de protesta en unos 90 países. En Bulgaria, Grecia y Alemania se produjeron protestas alimentadas por teorías conspirativas infundadas que culpaban a diversos objetivos -entre ellos las redes 5G, George Soros y Bill Gates- de la pandemia.

Es muy probable que las protestas masivas continúen incluso aumenten, en los próximos años si no se abordan las causas fundamentales. De hecho, el CSIS predice que la década de 2020 se convertirá en la "década de la rabia, el malestar y las arenas geopolíticas cambiantes".

Motores de los disturbios civiles

La rabia que se convirtió en protestas callejeras el año pasado cogió a muchos gobiernos por sorpresa. En general, las autoridades reaccionaron a estos disturbios con concesiones limitadas y una represión por parte de las fuerzas de seguridad, dejando sin abordar las causas subyacentes. Incluso si los gobiernos se comprometieran a gestionar los problemas que frustran a los manifestantes, las soluciones a los complejos problemas que precipitaron los disturbios no están disponibles de forma rápida o fácil.

En todo el mundo, las empresas y los inversores tendrán que adaptarse a las manifestaciones como una "nueva normalidad" en el futuro inmediato, según Political Risk Outlook 2020. Aunque las empresas suelen recurrir a las OSC para explicar las protestas masivas -normalmente a posteriori-, los responsables de seguridad pueden servir mejor a sus organizaciones mejorando la previsión de una perturbación masiva y su impacto en función de su contexto cultural.

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Miles de manifestantes en Madrid, España, protestaron por la justicia social el 7 de junio de 2020. (Foto de Roberto Arosio, Alamy Stock Photo).

 

No existe una bola de cristal que prediga cuándo y cómo puede comenzar una protesta masiva. Una mirada más amplia a los problemas geopolíticos, regionales e internos -y las conexiones entre ellos- ayuda a construir el panorama a lo largo del tiempo. Ninguna fuente de información puede predecir una manifestación. Sin embargo, hay varios indicadores económicos y sociales que pueden proporcionar una previsión de cómo evolucionará probablemente la situación.

Las dificultades económicas y las fluctuaciones significativas suelen ser los principales impulsores de una protesta masiva. Los factores de estrés económico no abordados acaban provocando penurias y descontento en toda la población.

En general, el estrés económico surge de los cambios en el patrón de comportamiento económico. El crecimiento puede continuar, pero una desaceleración drástica puede tener consecuencias importantes, afectando a las estructuras sociales y a la estabilidad política.

Un pronóstico de Geopolitical Futures predijo una desaceleración económica mundial para 2020, en parte debido a un descenso cíclico. Normalmente esto no desencadenaría grandes crisis sociales, políticas e internacionales; sin embargo, otros factores exacerbarán el impacto de esta desaceleración, generando unas consecuencias no económicas mucho mayores de lo que normalmente se prevé.

Por ejemplo, algunos países no se adaptaron con éxito a los cambios necesarios por la crisis financiera mundial de 2008, y las disparidades económicas experimentadas por los ciudadanos de esos países siguen sin resolverse.

Los problemas internacionales han agravado la situación de las poblaciones así como en sus sistemas, en concreto la escasez de alimentos agravada por una horda de langostas migratorias y la pandemia de COVID-19, que ha provocado el cierre forzoso y prolongado de empresas en todo el mundo. El cierre de las economías a nivel mundial dio lugar a la peor recesión económica en 300 años, según el Banco de Inglaterra. George Freeman, fundador de Geopolitical Futures, estimó que se espera que la tasa de desempleo alcance el 20% en Estados Unidos, y que los mayores impactos afecten a los más desfavorecidos.

Sin embargo, los indicadores de estrés económico por sí solos no ofrecen una imagen completa para aquellos que intentan identificar cómo los residentes de una zona pueden comportarse o reaccionar en el futuro. Comprender la cultura, las características y la estructura social única de una región puede ayudar a obtener un mejor indicador y una respuesta más informada a las posibles reacciones masivas.

Si se observa el análisis de los datos del CSIS relacionados con las protestas masivas desde 2009, estos acontecimientos han aumentado en todo el mundo en un 15%. Una visión amplia muestra que acontecimientos como la Primavera Árabe no fueron fenómenos aislados, sino manifestaciones agudas de tendencias globales. Una de las causas fundamentales del descontento fue el retroceso de los derechos civiles y humanos, que comenzó ya en 1997, según la publicación del CSIS The Age of Mass Protests.

Los entornos con un mal historial en derechos humanos -como los altos índices de ejecuciones extrajudiciales, arrestos o detenciones arbitrarias y tortura- deben ser vigilados para determinar su capacidad a largo plazo de ofrecer a las empresas un mercado viable. El Índice de Fuerzas de Seguridad y Derechos Humanos de la empresa de investigación Verisk Maplecroft califica a 36 países como de riesgo extremo, incluidos los mercados emergentes en los que las empresas o los inversores pueden querer hacer negocios.

Las violaciones de los derechos humanos, incluidas las detenciones arbitrarias y el uso de la violencia indiscriminada contra las protestas masivas pacíficas, suponen un riesgo tanto para los manifestantes como para el personal de cualquier empresa que se encuentre en las proximidades de los disturbios. El uso de la violencia acaba radicalizando a los manifestantes, provocando respuestas violentas y en última instancia, alimentando nuevos disturbios, según The Political Risk Outlook 2020.

Los niveles de corrupción sistémica también contribuyen a las expresiones de frustración de la sociedad y a las protestas masivas. Transparencia Internacional supervisa los niveles de corrupción a nivel mundial y aboga por el cambio. En la escala de 100 puntos de Transparencia Internacional, en la que 100 es lo más "limpio", dos tercios de los países medidos quedaron por debajo de 50, y la media de todas las naciones fue de solo 43.

En su análisis CPI 2019 Global Highlights, Transparencia Internacional sostiene además que la influencia de grandes cantidades de dinero en las campañas políticas en las democracias desarrolladas alimenta la creciente división entre los grupos de la oposición, lo que a menudo termina en protestas masivas.

Posibles consecuencias

Además de los costes económicos y de infraestructura más amplios, una manifestación impide las operaciones comerciales en la zona de la protesta y sus alrededores. Dificulta y bloquea la capacidad del personal, los suministros, los productos y los clientes para viajar hacia, desde o a través de las zonas afectadas. A corto plazo, las protestas masivas reducen el turismo, del que dependen muchas pequeñas empresas.

Como se detalla en el informe Political Risk Outlook 2020 de Verisk Maplecroft, una cuestión aparentemente menor como el aumento de 30 pesos (0,04 dólares) en las tarifas del metro en Chile desencadenó protestas masivas en octubre de 2019. El primer mes de manifestaciones le costó a la economía y a la infraestructura miles de millones de dólares, no solo por la interrupción de la actividad económica regular y la destrucción de recursos, sino también por las fuentes de ingresos que evitaron el país. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 se trasladó de Chile a España, y el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico se canceló.

En casos extremos, las manifestaciones realizadas en las inmediaciones de las empresas pueden provocar lesiones al personal, importantes costes de reparación y pérdida de productividad. El bloqueo de las operaciones en un país puede tener efectos posteriores en el movimiento de la cadena de suministro. Además, desde la perspectiva del comercio o de la cadena de suministro, las protestas masivas crean una incertidumbre capaz de llevar a las empresas y a los inversores a posponer sus planes a la espera de los resultados. Como se ha visto en las protestas chilenas, esto puede inhibir la entrada de inversiones extranjeras; si los inversores potenciales están nerviosos por la estabilidad política de un país, pospondrán decisiones de inversión críticas, lo que podría tener un impacto devastador en los mercados globales. Las protestas masivas también pueden provocar que las empresas decidan trasladar sus instalaciones o lo que es peor, que se vean obligadas a cerrar el negocio.

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Este impacto se amplifica cuando los inversores y las empresas de un país tratan de trasladar sus activos a lugares más seguros, según William Reinsch, asesor principal y titular de la cátedra Scholl de negocios internacionales del CSIS y copresentador del podcast The Trade Guys. Este doble golpe a la economía local suele traducirse en una mayor inestabilidad y un aumento del desempleo, lo que potencia las frustraciones existentes que probablemente catalizaron los disturbios iniciales.

Aunque los directivos suelen recurrir a sus CSO para mitigar las protestas masivas con medidas como la previsión y la planificación de respuestas adecuadas a las perturbaciones, son pocas las empresas que apoyan métodos que permitan la resiliencia. La mayoría de los CSO son muy competentes a la hora de garantizar la seguridad física de las instalaciones, pero cuando se trata de protestas masivas, hay factores adicionales que contribuyen a mitigar el riesgo con éxito.

Es fundamental que los CSO y los directivos entiendan el impacto cultural y cómo se manifiestan las protestas masivas en los entornos individuales. Una subida de 0,25 dólares por galón de gasolina en Estados Unidos puede ser agravante, pero pasará desapercibida para la mayoría. Sin embargo, una reducción de las subvenciones a los combustibles y el consiguiente aumento de 0,10 dólares por litro en otro país puede hacer que decenas de miles de personas protesten airadas en la calle.

Un conocimiento amplio de la situación aprovecha la inestabilidad política y la previsión de manifestaciones masivas para preparar con éxito a una organización y desarrollar una respuesta adecuada. La mejora de la comprensión del contexto geopolítico y local por parte de una empresa permite la preparación operativa en lugar de permitir interrupciones operativas en respuesta a las manifestaciones. Existen numerosos servicios corporativos de suscripción que proporcionan información con el fin de prever, desde opciones más pequeñas hasta suscripciones empresariales con acceso directo a los analistas, así como análisis sin ánimo de lucro disponibles sin coste alguno.

Aunque el análisis y la previsión pueden conectar y preparar mejor a una organización, esto no implica que la responsabilidad de una respuesta exitosa recaiga enteramente sobre los hombros del CSO. Una C-suite integrada y colaborativa puede aportar recursos adicionales, compartiendo adecuadamente la información dentro de una organización. Los debates entre los departamentos de inversión, operaciones, finanzas, seguridad y ejecutivos ayudan a dividir mejor la materia en componentes más manejables. El establecimiento de estas herramientas y la mejora de la colaboración permiten al CSO asesorar mejor a la organización.

Métodos y movilización

Aunque las protestas masivas no son nada nuevo, los últimos años muestran una evolución de los grupos simpatizantes que se conectan en todo el mundo mediante el uso de Internet. Los simpatizantes comparten tácticas e información, y a veces crean protestas adicionales en otros países para mostrar su apoyo a un tema determinado.

En 2008, durante el punto álgido de la crisis financiera mundial y antes de la Primavera Árabe, el ex asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Zbigniew Brzezinski, identificó un "despertar político global". Brzezinski argumentó que había amanecido una nueva era de activismo global.

"Por primera vez en la historia, casi toda la humanidad está políticamente activada, políticamente consciente e interactiva", escribió.

El BLM, el nacionalismo blanco y las protestas ecologistas en múltiples continentes en 2020 ilustran el punto de vista de Brzezinski. El activismo va en aumento, e Internet ha conectado a los grupos a través de las fronteras.

Ya sea bloqueando los centros de las ciudades o apuntando a la infraestructura, los manifestantes masivos modernos han aprendido nuevas tácticas, así como la logística para contrarrestar los movimientos de las fuerzas de seguridad. En Hong Kong, en 2019, los activistas desarrollaron toda una línea de suministros para garantizar la disponibilidad de materiales a los manifestantes. Estos suministros incluían paraguas para usar como escudos, punteros láser para cegar las cámaras, tijeras y llaves Allen utilizadas para desmontar las barricadas de la policía. Los manifestantes incluso reutilizaron las barricadas policiales para crear sus propias líneas defensivas. Estas tácticas se compartieron en las redes sociales con otros movimientos de protesta.

A lo largo de múltiples zonas de España durante 2018, millones de residentes protestaron pacíficamente en apoyo de diferentes causas. Aunque no fueron violentas, cientos de miles de partidarios del separatismo de Cataluña protestaron en Barcelona durante varios días, atascando el centro de la ciudad. Durante el mismo periodo, en Madrid, aproximadamente un millón de manifestantes organizaron una contramanifestación pacífica contra el separatismo de Cataluña.

Aprendiendo de los grupos de protesta de Hong Kong, los catalanes cambiaron sus tácticas pacíficas en 2019 y ocuparon por la fuerza el aeropuerto, interrumpiendo los vuelos. Los manifestantes también bloquearon las principales autopistas, retrasando significativamente el movimiento de mercancías en la zona.

Estos cambios preparan a los grupos de manifestantes a soportar las intervenciones de las fuerzas de seguridad durante más tiempo, lo que tiene como consecuencia prolongar el impacto en los negocios de una región.

En casos más extremos, las protestas masivas pueden volverse violentas, y atacar directamente a las empresas y a las infraestructuras gubernamentales. Vietnam es un país con muy pocas protestas, y las que se producen suelen ser pequeñas y pacíficas. Sin embargo, en 2014, lo que comenzó como protestas masivas contra una plataforma petrolífera china en el Mar de China Meridional se convirtió rápidamente en disturbios contra las empresas chinas, con un resultado de millones de dólares en daños y 29 muertes.

Durante gran parte del segundo trimestre de 2020, se produjeron protestas masivas y disturbios violentos en múltiples ciudades de Estados Unidos, provocados por el asesinato de George Floyd. Los problemas de racismo sistémico en Estados Unidos, que llevan mucho tiempo sin resolverse, proporcionaron una reserva de combustible para las protestas. Se llamó a unidades de la Guardia Nacional de Estados Unidos a varias zonas para que apoyaran a la policía local mientras se saqueaban e incendiaban negocios, comisarías y coches, además de matar a policías y civiles durante los disturbios. La policía utilizó gases lacrimógenos y balas de goma, lo que provocó graves lesiones.

Aunque el grueso de estas protestas masivas se centró en el tema de BLM, la violencia en estos casos fue el resultado de un creciente mosaico de participantes que se unieron a las protestas masivas. En un artículo publicado en mayo de 2020 en el New York Times, Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California y antiguo agente de policía de la ciudad de Nueva York, afirmó "Vamos a ver una variedad de delincuentes marginales. Sabemos a ciencia cierta que ha habido agitadores de extrema derecha tanto en Internet como en estos mítines, así como de extrema izquierda".

Resiliencia

Los inversores y las empresas seguirán buscando oportunidades en el mercado global. El conocimiento continuo de la situación y las tendencias de seguridad son tan importantes como un sólido plan de negocio para proteger las inversiones en los nuevos entornos.

Como se ilustra en este artículo, hay muchos recursos globales disponibles para ayudar en esta tarea tanto a las organizaciones con y sin ánimo de lucro. Además, asegurarse de que la C-suite colabora con los departamentos de finanzas, inversiones, planificación y seguridad puede proporcionar análisis y perspectivas.

Las organizaciones que inviertan más en su capacidad para prever la seguridad de un modo no tradicional mejorarán su resiliencia y garantizarán la continuidad de las operaciones frente a interrupciones masivas. La seguridad física tradicional ayudará sin duda a proteger las instalaciones y los activos. Sin embargo, el análisis y la previsión permitirán el éxito duradero de una organización. Comprender y prever las evoluciones y agitaciones de un entorno mejora la capacidad de cambiar proactivamente el comportamiento y las prácticas, en lugar de ralentizar o interrumpir reactivamente las operaciones empresariales durante las manifestaciones.

 

Michael Center es asesor de seguridad regional del Departamento de Seguridad de las Naciones Unidas con sede en Bruselas (Bélgica). Es presidente del Consejo de Desarrollo Profesional de ASIS y presidente del Consejo de Terrorismo Global, Inestabilidad Política y Crimen Internacional.

Dieter Arendt es analista de seguridad del Banco de la Reserva de Sudáfrica, con sede en Pretoria (Sudáfrica). Es miembro del Consejo de Terrorismo Global, Inestabilidad Política y Delincuencia Internacional.


David Crevillén es el CEO de decysyon© a nivel mundial, especialista en seguridad corporativa y continuidad de negocio. Así mismo es Voluntario en ASIS Internacional por el capítulo 143, España.

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